Durant les edats primerenques, la música esdevé un element de gran
importància en el desenvolupament global de l’infant. Afavoreix l’evolució de
les competències socials i cognitives, al temps que ajuda al desenvolupament de
les capacitats físiques i intel·lectuals; estimula la comunicació emocional i
sensorial; beneficia l’adquisició del llenguatge i l’aprenentatge de la
lectura; reforça el vincle afectiu adult-infant i un llarg etcètera.
La música pels infants és un dels principals mitjans expressius i de
comunicació, però més encara és una forma de vincle amb els altres.
Escoltar la música d’un infant és estar en sintonia amb els sons, ritmes i
melodies. És compartir i gaudir d’una vivència mútuament gratificant; és
dialogar i sobretot deixar que l’infant pugui experimentar, explorar i conèixer
a través d’iniciatives pròpies que afavoreixen l’aprenentatge basat en les
emocions.
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Durante las edades tempranas, la música
acontece un elemento de gran importancia en el desarrollo global del niño.
Favorece la evolución de las competencias sociales y cognitivas, al tiempo que
ayuda al desarrollo de las capacidades físicas e intelectuales; estimula
la comunicación emocional y sensorial; beneficia la adquisición del lenguaje y
el aprendizaje de la lectura; refuerza el vínculo afectivo adulto-niño y un
largo etcétera.
Hace falta estimular las capacidades
musicales mediante un entorno sonoro rico y variado, por lo tanto, tenemos que
velar por la calidad de esta nutrición musical, procurando al niño un ambiente
musical rico, guiándolo y acompañándolo en este descubrimiento. El adulto
también es el encargado de proporcionar un amplio abanico de estímulos
diversos, ofreciendo gran variedad de modas y métricas, sin exigir ni esperar
ninguna respuesta musical inmediata, sino simplemente alentándolos a absorber,
a estar presentes, a “sentir” libremente.
La música para los niños es uno de los
principales medios expresivos y de comunicación, pero más todavía es una forma
de vínculo con los otros.
El componente emocional es primordial por el
aprendizaje del niño, y por eso hace falta que se sienta seguro y acompañado a
lo largo de la propuesta, inmerso en un clima de confianza y goce compartido.
Por eso, el adulto tiene que adquirir un compromiso y un rol activo a lo largo
de las sesiones; creando un clima mágico en que el niño pueda focalizarse
plenamente en aquello musical, en una atmósfera de gran comunicación a través
de los sonidos, el canto, el ritmo y el movimiento.
Escuchar la música de un niño es estar en
sintonía con los sonidos, ritmos y melodías. Es compartir y disfrutar de una
vivencia mutuamente gratificante; es dialogar y sobre todo dejar que el niño
pueda experimentar, explorar y conocer a través de iniciativas propias que
favorecen el aprendizaje basado en las emociones.
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